VI Curso de Formación de Residentes de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH)
- El nivel de trimetilamina-N-óxido (TMAO), un metabolito de la microbiota intestinal, se asocia a la gravedad de la enfermedad arterial periférica (EAP)
- El tratamiento de la hemofilia avanza hacia el uso de factores de vida media prolongada
- El ROTEM (tromboelastometría) permite establecer una estrategia de tratamiento más temprana y precisa de hemorragia masiva
- Síndrome compresivos asociados a la aparición de trombosis
- Cerca de un centenar de médicos residentes ha participado en el curso de formación organizado por la SETH, celebrado en el Hospital La Paz, de Madrid
Madrid 26 de junio de 2019.- Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de morbimortalidad de los países desarrollados y su prevención y detección temprana supone un reto para las autoridades sanitarias de todo el mundo. Los investigadores trabajan en la búsqueda de biomarcadores fiables que permitan identificar a individuos de riesgo y monitorizar el tratamiento en los enfermos.
Uno de los candidatos más prometedores es el trimetilamina-N óxido (TMAO), un producto de la degradación de ciertos nutrientes generado por las bacterias intestinales, que “podría ser un nuevo biomarcador diagnóstico y de mortalidad cardiovascular en la enfermedad arterial periférica (EAP) y podría postularse como una nueva diana terapéutica en pacientes con enfermedad vascular crónica”, aseguró Carmen Roncal, del Laboratorio de Aterotrombosis del Cima Universidad de Navarra, durante su intervención en el VI Curso de Residentes, organizado por la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH) y celebrado en el Hospital La Paz, de Madrid.
La investigadora presentó diferentes estudios recogidos en la literatura científica sobre la implicación de la microbiota intestinal en el desarrollo de enfermedades cardiometabólicas, centrándose en aquellos que avalan la relación entre niveles altos de TMAO y algunos de los factores de riesgo cardiovascular (aterosclerosis, hiperreactividad de las plaquetas, aumento de la agregación plaquetaria y trombosis, etc).
El hecho de que diferentes investigaciones coincidan en la implicación de TMAO en la patología cardiovascular y trombótica, lleva a la Dra. Roncal a sugerir que “inhibir la producción de este metabolito podría ser una alternativa terapéutica”.
Además expuso diferentes resultados que apuntan a que los niveles de TMAO también están elevados en pacientes con EAP sintomática y se asocian a una peor función vascular, renal e
inflamación. Por todo esto, “los niveles elevados de TMAO se asocian a mayor mortalidad cardiovascular”, y en consecuencia, este parámetro puede ser un biomarcador diagnóstico y de mortalidad cardiovascular en la enfermedad arterial periférica”, subrayó.
El profesor Michael Makris, del Centro de Hemofilia y Trombosis de Sheffield, en Reino Unido, impartió la sesión magistral, centrada en las novedades terapéuticas en hemofilia. “El número de tratamientos para hemofilia está aumentando rápidamente”, subrayó, si bien insistió que la tendencia más consolidada es el uso de productos de vida media prolongada, que permiten alargar los tiempos de administración -en hemofilia B, una inyección cada dos semanas en lugar de las dos semanales con los factores clásicos; y en hemofilia A, dos inyecciones semanales en lugar de las tres con los tratamientos estándar- con la misma efectividad y sin riesgo hemorrágico para el paciente.
Makris admitió compartir el gran interés que suscita la terapia génica, que “es una línea muy prometedora porque permite, incluso, con una sola administración del factor VIII, mantener el factor durante más de un año”. Sin embargo, hizo una llamada a la prudencia porque “todavía está pendiente llevar a cabo estudios de seguridad a largo plazo, ya que en algunos pacientes en los que se ha probado han aparecido efectos adversos importantes”.
Control de la coagulación
Otra cuestión relevante en el campo de la trombosis es cómo revertir la anticoagulación. El profesor de Sheffield revisó las diferentes opciones y, según su experiencia, la vitamina K y los concentrados de complejo protrombínico siguen siendo los fármacos más interesantes para inhibir los tratamientos con antivitamina K, mientras que “en el caso del dabigatrán, el idarucizumab revierte muy eficazmente su efecto anticoagulante”, recordó.
Juan Vicente Llau, jefe del Servicio de Anestesiología-Reanimación del Hospital Doctor Peset, de Valencia, analizó la estrategia guiada por ROTEM (tromboelastrometría) en hemorragia masiva, mientras que Francisco Lozano, jefe del Servicio de Cirugía Vascular y Angiología del Hospital Universitario de Salamanca, centró su exposición en las trombosis venosas asociadas a síndromes compresivos.
Una sesión sobre educación no puede faltar en un curso de estas características; así, José Tomás Navarro, del Instituto Catalán de Oncología y Hospital Germans Trias i Pujol y secretario de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), expuso las características y resultados del examen Europeo de Hematología (tasa de aprobados del 80%).
Además de las sesiones impartidas por profesionales de una sólida trayectoria, una sesión se reservó para la presentación de las dos mejores comunicaciones realizadas por residentes. Los reconocidos en esta edición han sido Carlos Bravo-Pérez, del Servicio de Hematología y Oncología Médica del Hospital Morales Meseguer, de Murcia; y Ana García Barcelar, del Hospital Clínico de Valladolid.
Curso anual
El Curso de Formación Continuada de Residentes es una actividad anual organizada por la SETH y su Fundación, cuya finalidad es “incentivar la investigación clínica y básica en hemostasia y trombosis, y para ello el curso aborda las cuestiones clínicas más relevantes en cada momento“, destacó José Antonio Páramo, presidente de la SETH.
Los organizadores del VI Curso de Formación Continuada de Residentes han sido José Ramón González Porras, del Hospital Universitario de Salamanca; Víctor Jiménez Yuste, del Hospital La Paz, y Josune Orbe, de CIMA-Universidad de Navarra, CIBERCV.