- El 10% de los pacientes con cáncer muere a causa de una trombosis.
- El 20% de los enfermos de cáncer tiene problemas de coagulación que se deben a la propia enfermedad y a los tratamientos.
- Algunos parámetros hemostáticos pueden predecir el pronóstico de la enfermedad oncológica, pero deben ser validados clínicamente.
- Diferentes estudios analizan si la terapia anticoagulante con ACODs es superior al tratamiento con heparina de bajo peso molecular, con resultados prometedores.
- Más de 1.600 hematólogos y especialistas afines asisten al LXI Congreso Nacional SEHH-XXXV Congreso Nacional SETH, que se está celebrando en Valencia.
Valencia, 24 de octubre de 2019.– El 20% de los pacientes con cáncer tiene problemas de la coagulación y el 10% fallece a consecuencia de una trombosis. La relación trombosis y cáncer es habitual y a pesar de ello los especialistas reclaman el aumento de investigaciones para determinar las causas que llevan a esa conexión, de la que se conoce que está motivada por la propia neoplasia pero también por los tratamientos antitumorales. Persisten numerosas incógnitas alrededor de esa relación y por ello es uno de los asuntos que no ha faltado en el congreso de hematología y trombosis que se está celebrando en Valencia.
La Dra. Anna Falanga, del Hospital Pappa Giovanni XXIII, en Bergamo (Italia), ha explicado que la hipercoagulabilidad en el cáncer aumenta el riesgo de complicaciones tromboembólicas, que son frecuentes en los enfermos con cáncer en comparación con la población general. Este hecho hace pensar que determinados marcadores hemostáticos podrían predecir el tromboembolismo venoso (TEV) en los pacientes. Además, “los mecanismos de hemostasia también están implicados en la progresión tumoral y en su diseminación, y cuando el cáncer progresa, los anormalidades de la hemostasia aumentan”, ha explicado durante su intervención en el congreso.
Estas relaciones han sido objeto de numerosos estudios cuyo objetivo era evaluar los marcadores hemostáticos en relación con la supervivencia. Los parámetros más analizados han sido el fibrinógeno y el dímero D para los que “los datos coinciden en asociar niveles altos de estos marcadores con un mal pronóstico de la enfermedad oncológica”, ha revelado Falanga.
Uno de los grandes estudios es el Hypercan, que pretende evaluar si la hipercoagulabilidad podría ser una herramienta para evaluar el riesgo, diagnóstico precoz y el pronóstico del cáncer. Falanga ha avanzado que “los datos preliminares muestran que la medición de la generación de trombina puede ayudar a identificar a pacientes con un alto riesgo de recurrencia temprana de la enfermedad en mujeres con tumores resecados limitados candidatos a tratamiento con quimioterapia”.
Validación clínica
Aunque hay que seguir validando los resultados ofrecidos por la investigación, los hallazgos sugieren que “los biomarcadores hemostáticos podrían ser útiles para predecir los resultados del cáncer”, ha asegurado la especialista, si bien es preciso “estandarizar los parámetros analíticos y los biomarcadores, y validarlos clínicamente mediante ensayos prospectivos”.
En esta línea ha sido la intervención del Dr. Javier Trujillo, del Hospital General Universitario Santa Lucia, de Cartagena (Murcia), que ha analizado la terapia antitrombótica en pacientes con cáncer. Después de precisar que durante años las heparinas de bajo peso molecular (HBPM) han sido el tratamiento de elección -por los beneficios que implican en este grupo de enfermos- ha presentado diferentes trabajos que evalúan la eficacia y los efectos de los anticoagulantes orales de acción directa (ACOD). Los estudios ponen de manifiesto la complejidad de establecer recomendaciones generales, ya que el riesgo hemorrágico varía según el tipo de tumor, y esta variable condiciona el tratamiento con HBPM (por ejemplo, en pacientes con alto riesgo de hemorragia como son los que tienen tumores gastrointestinales, del tracto genitourinario o vejiga, entre otras entidades clínicas) o con ACOD.
Además, hay que tener en cuenta las interacciones farmacológicas entre los ACO y los antineoplásicos (y viceversa). Por tanto, los resultados confirman la necesidad de hacer terapia personalizada y la dificultad para establecer recomendaciones generales, si bien los ACODs pueden suponer un avance terapéutico en estos pacientes por la simplicidad de administración y no necesidad de monitorización.