- Obesidad, sedentarismo y videojuegos son un nuevo cóctel trombofílico.
- En época de confinamiento, los especialistas recomiendan una dieta equilibrada y hacer ejercicio físico
Madrid, 30 de marzo de 2020.- Las tasas de tromboembolismo venoso han aumentado en los adolescentes en las últimas décadas, en parte como consecuencia del avance en las técnicas diagnósticas “pero también por el incremento de enfermedades crónicas, empleo de catéteres venosos centrales, la obesidad y el uso de anticonceptivos orales” según afirmó el Dr. José Antonio Páramo, presidente de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia y Co-Director del Servicio de Hematología de la CUN.
El TEV, en términos generales, es infrecuente en la edad pediátrica “con una incidencia de 0,7-4,9/100.000 personas/año, existiendo 2 picos de máxima intensidad: uno en niños menores de 1 año y otro en adolescentes”, añadió el Dr. Páramo.
Para la SETH, es importante que en época de confinamiento, seamos conscientes de la importancia del ejercicio físico, la dieta equilibrada y los peligros del sedentarismo prolongado sobre la incidencia del tromboembolismo venoso.
Factores de riesgo
En un estudio realizado en 2016 se constató que los principales factores asociados al TEV fueron la obesidad (47%), el empleo de catéteres venosos centrales (27%), infecciones (27%), sedentarismo (22%), enfermedades autoinmunes (19%9 y otras patologías (11%).
El TEV en el adolescente resulta de la combinación de al menos dos factores protrombóticos: la obesidad y un estilo de vida sedentario. En numerosas ocasiones también “está ligado al empleo de videojuegos, sin olvidar los estados trombofílicos congénitos, como el factor V Leiden o las deficiencias de Antitrombina y proteínas C y S”, explicó el presidente de la SETH.
En el periodo 1980-2012 se han duplicado las tasas de obesidad en niños de 6 a 11 años, pasando de 7% a 18%, y cuadriplicado en adolescentes de 12 a 19 años, que han pasado de 5% a 21%. Un segundo factor es el sedentarismo. “Se ha calculado que los niños y adolescentes pasan una media de 8 horas diarias ´enganchados´ a la televisión y hasta 13 horas a los videojuegos o participando en otras actividades digitales. Incluso se han descrito situaciones de sedentarismo extremo, llegando a más de 48 horas semanales, lo que supone un riesgo obvio de TEV, sobre todo combinado con la obesidad”. Una situación que, según los especialistas “hay que evitar y promulgar el ejercicio físico y una comida sana”.
Diversos casos clínicos han reportado el nexo entre una exposición prolongada a los videojuegos (3 a 48 horas de forma continuada) y la aparición de eventos trombóticos (trombosis venosa profunda y/o embolismo pulmonar), lo que se conoce como e-trombosis. Esto supone una situación especial de sedentarismo, con posición sentada y piernas cruzadas durante largos período de tiempo, algo similar a lo que ocurre tras un viaje prolongado, que se considera un factor de riesgo conocido para el desarrollo de TEV (síndrome de la clase turista).
Por tanto, “obesidad, estilo de vida sedentario y videojuegos representan un nuevo cóctel trombofílico en adolescentes”, manifestó.
La importancia de la prevención
Desde la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia insisten “en que familiares y profesores eduquen sobre la importancia de la actividad física, de los peligros de la inmovilización prolongada, la necesidad de reducir el tiempo destinado a videojuegos y la urgencia por combatir la obesidad”. Por tanto, todas aquellas medidas encaminadas a la reducción del sedentarismo, un estilo de vida más activo, incluyendo ejercicio físico (interrumpiendo las horas de juego), dieta equilibrada y disminución del tiempo destinado a videojuegos son claves para reducir las tasas de TEV en adolescentes.